“Encontramos la grandeza de Dios en un trozo de pan, en una fragilidad que desborda de amor y de compartir. De este modo, Jesús nos muestra que el objetivo de la vida es el donarse, que lo más grande es servir. Jesús se hace frágil como el pan que se rompe y se desmigaja. Pero precisamente ahí radica su fuerza. En la Eucaristía la fragilidad es fuerza: fuerza del amor que se hace pequeño para ser acogido y no temido; fuerza del amor que se parte y se divide para alimentar y dar vida; fuerza del amor que se fragmenta para reunirnos en la unida. Cuando recibimos la Eucaristía, Jesús nos conoce, sabe que somos pecadores y que cometemos muchos errores, pero no renuncia a unir su vida a la nuestra.”
Papa Francisco