Texto: Blanca Rodrigo
Música: Bensoundcute
Agradecimiento por una hermana
¡Buenos días!,
En las últimas semanas el evangelio dominical me ha dejado muy claros dos mensajes: por un lado, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo, y, por otro, la disposición de servicio y actitud de humildad.
Estos ingredientes junto con una celebración familiar de este mismo fin de semana me llevan a la reflexión que hoy comparto con vosotros sobre alguien que para mí ha sido crucial en mi vida cristina.
Puedo afirmar con orgullo que mi hermana es mi mejor amiga. Tengo que reconocer que, en los momentos de duda en mi fe, en plena adolescencia, fue ella la que tiró de mí y mantuvo esa fe viva, con dudas, pero viva. No dejó que dejara de amar a Dios en ningún momento, y amar a un prójimo como ella, creedme que es un regalo, y aquí sigo, tratando de amar a todos mis prójimos también.
Hoy en la distancia, veo claro que, juntas, supimos asumir el papel de servicio en la familia que nos correspondía, y que nos desenvolvimos bien ante las dificultades que se plantearon en casa, que cogimos el toro por los cuernos y salimos todos adelante, quizá asumiendo más responsabilidad de la que nos tocaba a esa edad, pero teníamos una gran fe que nos sostenía, y sobre todo nos teníamos la una a la otra.
Y por supuesto humilde, ejemplo de humildad absoluta tengo a mi lado. Consigue cuanto se propone, cosas importantes y que implican además sacrificio, pero parece como si no hubiera hecho nada, ¡admirable!
Y compartir nuestra fe es algo maravilloso, ahora con gente menuda de por medio también, con nuestras respectivas familias; pero siempre recordando y teniendo claro que fueron nuestros padres, abuelos, después profesores y catequistas los que pusieron muchas semillas que luego han dado su fruto, y que también nosotras hemos alimentado juntas.
Gracias, querida hermana, por todo lo que me aportas y especialmente, por este regalo de vivir la fe juntas. Te quiero.
¡Muy buenos días a todos