Somos responsables y solidarios

Publicado el 28/09/2023
Agustinos


Texto:  P. Santiago Alcalde Arriba, OSA
Música: Claro de luna (Beethoven) - Richard Clayderman

Somos responsables y solidarios

El origen del desierto

Muy buenos días.

A veces pensamos que el mal y el pecado son algo personal y está relacionado con Dios. No nos damos cuenta de que cualquier acto malo, afecta a todas las personas. Somos solidarios en el bien y en el mal. Por eso el sacramento de la confesión no sólo nos reconcilia con Dios; sino también con la Iglesia a la que pecando también perjudicamos.

Explicando esta solidaridad en el mal; y que todo acto malo perjudica a los demás, sobre todo a los más cercanos, los beduinos del Sahara cuentan esta historia.

“Al principio de los tiempos esta tierra, ahora desierta, era verde, llena de árboles, flores y frutos. Mil arroyuelos corrían entre la hierba. Higos, naranjas, cocos y dátiles crecían juntos en la misma rama. El león jugaba con el cordero y las tribus de los hombres vivían en paz sin saber lo que era el mal. El Señor había dicho a los hombres: "Este jardín es vuestro. Vuestros son también sus frutos. Pero ¡cuidado! por cada mala acción que cometáis, yo dejaré caer en vuestra tierra un granito de arena y así un día los verdes prados y el agua podrían desaparecer y no volver nunca más".

Durante mucho tiempo la advertencia del Señor fue tenida en cuenta y conservada en el corazón, hasta que un día dos beduinos se pelearon por la posesión de un camello. Nada más decirse el primer insulto, el Señor lanzó al suelo un granito de arena tan minúsculo y ligero que nadie se dio cuenta de él. Muy pronto, a los insultos siguieron los empujones, los golpes, las heridas… Y cayeron otros muchos granos de arena. El montoncito de arena crecía lentamente. Luego comenzaron a engañarse y combatirse unas tribus a otras, hasta que la arena sepultó los verdes pastos y campos, cegó el cauce de los ríos y mandó lejos al ganado en busca de alimento. Así es como surgió el desierto”.

Esta historia refleja una gran verdad: todos somos responsables en el bien y en el mal que hacemos. Por eso nadie puede decir: “Yo con mi vida, hago lo que quiero”.

BUENOS DÍAS