Lámparas del Reino

Publicado el 25/09/2023
Agustinos


Texto:  Clara de Mingo
Música:  Bensound cute

Dice el Evangelio de hoy: “Nadie ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público. Mirad, pues, cómo oís. pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener”.

En la línea que tiende Jesús, de ayudar a los pobres, a los enfermos, tengo que reconocer que cuando leí hace tiempo la segunda parte de este Evangelio me quedé un poco en shock. ¿Cómo que va a quitarle al que no tiene nada? ¿Cómo que le seguirá dando más a los que ya tienen, a los ricos?  Y comentándolo con un sacerdote, me dijo: no es el dinero, no son los bienes materiales, son los dones que hemos recibido, los dones que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros, la luz del Evangelio. No sirve de nada tener el don de la sabiduría, si no eres capaz de compartirlo. No tiene sentido que seas muy bueno en matemáticas o en ciencias, si cuando un compañero te pide ayuda no eres capaz de explicárselo. “Nadie ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz”.

El otro día vi en Instagram a una mujer de 94 años coger en brazos a su bisnieta de 1 mes. Creo que no era consciente de lo que podrían hablar si la pequeña pudiera entender lo que le decían, todo lo que podría contarle, todos los consejos, toda la sabiduría, las historias buenas y las regulares. Y es que ya no es solo por edad, sino por todo el tiempo que le ha dedicado a la vida. ¿De qué le serviría haber recorrido todos los países del mundo, haber conocido un millón de culturas, haber encontrado a Dios en el lugar más recóndito del planeta si no es capaz de compartirlo?

Claro está que la experiencia es un grado, pero no es limitante a la hora de aprender. Muchos lo repetimos continuamente en las reuniones de jóvenes, de catequistas, etc. Se trata de aprender uno del otro, de que todo el mundo comparta sus dones en favor de la comunidad, y muchas veces, incluso el más pequeño o el más tímido te sorprende. Es más, es posible que haya aprendido yo mucho más de mis catecúmenos que ellos de mí. Lo que yo les cuento, o cuando les hablo de Jesús, necesito que por ellos mismos también sean capaces de reconocerle en su día a día. De otra manera, solo tendré teólogos, no buenos cristianos.

 Por eso me parece tan enriquecedor tener encuentros con otros cristianos. Por ejemplo, hace apenas una semana, se celebró en el colegio San Agustín de Madrid la Asamblea de comienzo del año pastoral 2023-2024. No recuerdo a cuántas ediciones he ido, pero siempre que empiezo a organizar el calendario del curso y veo la fecha, me encargo de rodearla con un gran círculo rojo para que no se me olvide. Y si se me olvida, ya se encarga el padre Chema de recordarlo, así que es más complicado no enterarse.

Bromas aparte, de la misma manera que los encuentros Ciudad de Dios, Tagaste, Hipona, … se realizan a lo largo del año y están orientados a un público concreto, la Asamblea engloba a una pluralidad de personas, edades, comunidades de origen, mentalidad, experiencias vividas, etc.

De hecho, para mí es como un boom de conocimiento, de ideas, donde todas tienen cabida, y hasta la más mínima propuesta, por simple que parezca, puede ayudar a cambiar el enfoque o solucionar un conflicto de otra persona.

Señor, hoy te queremos pedir que seamos capaces de compartir con los demás la luz del Evangelio, los dones que nos transmites. Que salgamos valientes a la calle, sin limitarnos a anunciarlo con palabras, sino que también seamos capaces de promover Tu Reino con nuestras obras.  Que no guardemos nuestra luz debajo de la cama, ni dejemos que nadie guarde nuestro candil en una vasija, sino que la utilicemos para alumbrar a aquellos que caminan entre tinieblas.