Texto: Quique Infante
Música: Bensoundcute
Nacemos para morir santos. O lo que es lo mismo, nacemos para volver a nacer el día en el que morimos. Empezamos los buenos días de una fiesta como la de hoy de una manera contundente. Y es que hace cerca de 1.500 años, en un 28 de agosto como hoy, nuestro padre San Agustín murió en esta tierra y nació para la vida eterna. Y por eso hoy es fiesta para nosotros.
Porque la Iglesia no celebra el día del Santo en su cumpleaños, como hacemos mientras estamos vivos, sino que el día en el que celebramos la santidad de una persona lo hacemos es el día en el que entra por las puertas del Cielo.
No sabemos cuándo será “nuestro día”. Y eso no nos tiene que angustiar, pero sí debemos ser conscientes de que nuestro viaje al Cielo puede ser dentro de varios años, el mes que viene, o dentro de cinco minutos. Es por eso tan importante “tener la maleta hecha”. Sin angustias. No tenemos ninguna prisa por irnos. No sabemos cuándo la vamos a usar, pero sí que el día que sea necesario nos pillará con los deberes hechos y perfectamente preparados para el viaje.
Hemos celebrado muchos días importantes en nuestra vida, y para todos ellos nos hemos preparado con cariño e interés: cada cumpleaños, los finales de curso, el inicio de las vacaciones, nuestra boda, el nacimiento de nuestros hijos… ¿cuánto más deberíamos estar listos, entonces, para el viaje más importante de nuestra vida? El viaje que nos lleva al Cielo.
A mí me tranquiliza pensar que nuestro Señor no es un profesor “haciendo un examen sorpresa” ni un “inspector buscando algún fallo para pillarnos”. Le veo más bien como un padre amoroso que, sabiendo que siempre hemos querido estar bien preparados, elegirá el mejor momento para llamarnos a su presencia.
No es una reflexión triste, ni mucho menos. Es un pensamiento que nos que regala la esperanza de saber que Dios nos quiere y, por tanto, nos quiere a Su lado.
San Agustín entró en el Cielo en el 430 y no dejamos de celebrarlo desde entonces. A nosotros no sabemos cuándo nos tocará, pero…
¡Así que a todos los Agustines y Agustinas de nombre, y a todos los agustinos y agustinas de vocación, muchísimas felicidades!