Pues yo más

Publicado el 23/08/2023
Agustinos


Texto: Clara de Mingo
Música: Acousticguitar

El Evangelio de hoy es una de esas lecturas que pueden aplicarse fácilmente a la vida cotidiana: en la familia, en el trabajo, en los grupos, ... Para aquellos que no la hayan leído aún, es la parábola en la que Jesús compara el Reino de los Cielos con un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Ajusta con ellos el sueldo que les iba a pagar, los mandó a su viña. Repite este mismo gesto a media mañana, a mediodía, a media tarde y al caer la tarde.
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz que llamara a los jornaleros y les pagara el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Al ver los primeros que recibían la misma cantidad que los últimos, replicaron por la gran injusticia. El propietario les dijo:
"Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos."
En muchas ocasiones caemos en este mismo error,  cuando nos creemos superiores al resto. Y es que realmente nos pasamos el día comparándonos con el resto, en vez de centrarnos en dar gracias por lo que tenemos.
Recuerdo leer hace tiempo en una publicación de Facebook la siguiente reflexión:
Tu fastidioso trabajo es el sueño de un desempleado.
Tu pequeña casa es el sueñio de un sin techo
Tu sonrisa es el sueño de alguien deprimido.
Tu poco dinero es el sueño de aquellos que tiene deudas.
Tu niño inquieto es el sueño de alguien estéril.
Siempre agradece lo que tienes.
Sin embargo, es más que probable que nos centremos en que esta persona tiene una casa mejor, o un coche más bonito, o el siguiente modelo de movil, entrando así en un bucle de inconformismo.
Me viene a la cabeza una charla con un padre de catequesis con el que un día comentaba cómo había cambiado el colegio en los últimos años.  Y recuerdo que llegó un momento en la conversación en el que me dijo: "sí, fijate, que le hice un proyecto de plástica a mi hijo y le pusieron un 7. Pero es que la cosa no se queda ahí. A Manolito le pusieron un 8, y fijate el trabajo que hizo. Seguro que se lo hizo su padre". Yo no sé lo que debió pensar el padre de mí, pero la cara de incredulidad me salió sola. Ese día entendí muchas cosas, y ya no me atreví a hacerle una pregunta que en alguna ocasión le hemos hecho a los catecúmenos de los grupos Tagaste: recibirían 100.000, pero si lo aceptan, la persona que peor les cae del mundo recibirá 200.000.
Señor, te pedimos que nos pongamos siempre al servicio de los demás, que seamos más humildes y que te encontremos en las pequeñas cosas. Que sepamos darte gracias cada día por todo lo que tenemos, sin entrar en comparaciones o envidias.