Texto: José Joaquín Ojea
Música: Acousticguitar
Buenos días, sí estoy enfadado con Dios…
Estoy enfadado porque parece que me está poniendo pruebas, obstáculos, y ya me estoy ahogando. Estoy enfadado porque parece que no hay justicia. Porque rezo, porque le doy gracias por lo que me da. Pero ahora me lo quita. Porque no encuentro reposo y tranquilidad en mi vida diaria. Estoy enfadado porque las lágrimas acuden a mi rostro, porque mi corazón ya no aguanta más. Porque la pesadez que tengo, hace que mis fuerzas flaqueen, y que la duda sea más presente.
No le pido que mi vida sea un camino de rosas, pero que tampoco sea este camino de zarzas lleno de espinas que me hieren. Y me duele… estar enfadado con Dios.
Esta mañana, mientras paseaba por mi barrio, he llegado a una pequeña ermita, y hay un Cristo. Me he asomado al ventanal, y le he dicho a Jesús que estoy enfadado… mi corazón lo ha gritado con rabia… porque no quiero estar enfadado con Él. Pero lo estoy.
Jonás también se enfadó con Dios, y también le espetó “Sí, tengo razón para estar enojado hasta la muerte” respondiendo a la pregunta que le había hecho Dios acerca si tenía razón para enojarse por el ricino, porque un gusano se había comido la planta de ricino que Dios había plantado.
Pero Jonás también se había enfadado antes porque Dios había perdonado a la ciudad de Nínive a la que días antes había enviado a Jonás, para que advirtiera a los ninivitas que dentro de 40 días su ciudad sería destruida.
Jeremías también recriminó a Dios diciéndole “SEÑOR, tú eres justo aunque yo discuta contigo. Sin embargo, te voy a exponer argumentos. ¿Por qué a los malos les va tan bien? ¿Por qué todos los traidores se salen con la suya? Tú los plantaste y echaron raíces, crecieron y hasta dieron fruto. Te mencionan frecuentemente, pero en su interior no te tienen cerca.” Jeremías se siguió quejando porque había abandonado todo por seguir a Dios, había dejado su casa, su familia, todo lo suyo había sido despojado. Y Dios le responde: “En cuanto a los malos vecinos que invadieron la tierra que yo le di como posesión a mi pueblo Israel, los voy a arrancar de su tierra. Voy a expulsar junto con ellos al pueblo de Israel. Pero después de haberlos expulsado, volveré a tener compasión de ellos y los traeré de regreso, cada uno a su predio y a su propio país.”
Si estás enfadado con Dios, díselo, él te escuchará, Él es comprensivo, y es piadoso. No va a tener rencor por decírselo. Esa es la confianza entre un hijo y su Abbá. Dios nunca abandona al hombre.
Expresa en tu oración los sentimientos que en ese momento invadan tu vida. Y Nuestro Padre, ten por seguro, que lo guardará en un rincón de su inmenso corazón. ¡Buenos días!