Texto: Agustín Riveiro, OSA
Música: Acousticguitar
Un día de invierno dos niños patinaban sobre una laguna helada. De pronto, el hielo cedió y uno de los niños cayó al agua mientras el otro veía como su amigo se ahogaba. Sin pensarlo, cogió una piedra y empezó a golpear el hielo con todas sus fuerzas hasta que logró romperlo, y después, con mucho esfuerzo, consiguió sacar a su amigo vivo. Los que llegaron más tarde al lugar, dijeron que era imposible que lo hubieran roto con una piedra tan pequeña. Ante la pregunta de ¿Cómo lo habría hecho?, un anciano que había presenciado todo, dijo: “Sencillamente lo hizo, porque no había nadie a su alrededor que le dijera que eso no se podía hacer”.
Sin duda alguna, nuestro amor puede hacer todo lo que nos propongamos, con lo que se puede concluir que nuestra capacidad de conocer la felicidad depende claramente de nuestra capacidad para conocer el dolor. Ojalá como en la película Rocki alguien nos dijera “¿Cómo que no puedes? No existe el no puedes, esa frase no existe”. Solamente seremos felices, si utilizamos todas nuestras capacidades y posibilidades.
Dicho lo anterior, es claro que una de las mayores decepciones de la vida es que nunca nos demos cuenta del alcance de nuestro poder. Es frustrante pensar que la diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer, resolvería la mayoría de los problemas del mundo. No puedo dejar de pensar qué si hiciésemos todo lo que somos capaces de hacer, nos quedaríamos completamente sorprendidos de nosotros mismos. Concluyo con una frase de la famosa serie Juego de tronos: “No es un don. Nadie me lo dio. Soy bueno porque practico”.