Evangelio
Miércoles XII Tiempo Ordinario

Escrito el 26/06/2024
Agustinos


Texto: Javier Antolín, OSA
Música: Prelude nº1 in C major. Joham S. Bach (Kimiko Ishizaka)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».


En el evangelio de hoy se repite dos veces: por sus frutos los conoceréis y, de este modo, se nos ofrece el criterio para diferenciar los falsos profetas de los verdaderos. Los profetas hablan en nombre de Dios, son enviados al pueblo para trasmitir un mensaje que no es suyo, sino un encargo que les ha dado Dios. Examinemos el criterio para distinguir los verdaderos profetas de los falsos, los frutos, es decir, las obras.

Si fuera cuestión de palabras o de tener una buena retórica y capacidad de convencer habría muchos profetas, pues en nuestro mundo sobran palabreros. El criterio de dar buenos frutos lo podemos aplicar a los profetas, pero puede valer también para analizar situaciones de nuestra vida ordinaria. No es cuestión de hablar bien, o tener buenos sentimientos o buen corazón, sino hay que hacer buenas obras, en ellas aparece la persona auténtica, no en las palabras o intenciones, sino en los frutos, si somos capaces de poner en práctica lo que decimos y lo que vivimos en lo más profundo de nuestro corazón.

Estamos ya terminando nuestro curso pastoral, por lo que tenemos una buena ocasión para que cada uno de nosotros hagamos nuestra evaluación y miremos, no los proyectos o programas o miles de actividades que hemos llevado a cabo, sino por los frutos que estamos dando, es decir, por nuestras obras de amor y misericordia. ¿Cuáles son mis frutos y los que florecen en mi parroquia, en el colegio, o en cualquier actividad pastoral que desarrollo, con mi ayuda?