Texto: P. Juan M. Paniagua Miguélez, OSA
Música: Amazing Grace - Kesia
LUZ Y ESPERANZA
¡Buenos días!
Recorriendo este camino en el adviento que nos llevará hasta la Navidad, sin duda, para que esa esperanza que queremos anunciar y que esperamos en la figura del Mesías, de Nuestro Señor Jesucristo llegue a buen puerto, necesita, precisa, urge de esa luz. Igual que la luz dio a los Magos, tal como representamos en nuestros queridos y adorados belenes, como el que yo puedo contemplar personalmente inundando gran parte de nuestra capilla del colegio, también en nuestro mundo necesitamos de esa LUZ para que no se apague la esperanza. Y cuando hablo del mundo, pienso ahora en particular en ese pequeño y hermoso mundo de la Ribera y de la Huerta valenciana… ahí es donde ahora, más que nunca, necesitamos seguir poniendo luz para que este pueblo no pierda la esperanza; y en eso siempre nos ha dado muchas lecciones este bendito pueblo. Igual que ha sido acompañado en estos días pasados por la Santísima Virgen María, la Virgen de los Desamparados, la “Mare de Déu”, también ahora en estos próximos días lo hará desde nuestros corazones con la Inmaculada Virgen María, a la que vamos a honrar en toda España y en todo el mundo. A ella le pedimos el cariño y el abrigo para estos pueblos que sufren.
Por todo esto, y por este bendito pueblo que sufre los horrores de las inundaciones y la falta de eficacia de algunas instituciones, os invito a rezar hoy con San Agustín, haciendo nuestras estas ideas y expresiones que encontramos en sus Confesiones (cfr. Lucilo Echazarreta, Nacido para alabarte, pp. 257-259):
“¡Qué deleite el de la luz para estos ojos de mi carne!
Luz que reviste con su velo de seda la existencia de las cosas, luz que me hace anhelar el vestido resplandeciente de mi celestial morada.
Oh luz, milagro de ver con luminiscencia interior, clarividencia interior, luz verdadera.
Haz, Señor, que eleve a ti los ojos invisibles de mi alma para que no enrede mis pies
en los centelleos materiales del camino.
Dame ver tu luz.
Desenreda mis ojos de estas luces terrenas y artificiales. Dame ver tu luz, Señor,
la luz que siempre está presente
en aquellas personas donde el sufrimiento
y el dolor se hace patente.
Dame tu Luz, Señor ”.
¡Muy buenos días!