Texto: Blanca Rodrigo
Música: Acousticguitar
La importancia de no juzgar
¡Buenos días!,
26 de noviembre ya. Me parece mentira.
Parece que fue ayer cuando empezaba con el precioso reto de escribir unos buenos días más o menos cada mes, y parece que fue ayer también cuando estábamos en casa con los nervios del comienzo de un nuevo curso escolar y la ilusión de estrenar libros y material…, y ya llevo unas cuantas reflexiones en este mágico apartado de la súper aplicación de los agustinos, y tenemos las vacaciones de Navidad a la vuelta de la esquina.
El final de año trae consigo el balance de los 365 días anteriores, la enseñanza de las experiencias vividas, las reflexiones, propósitos y cambios que nos ayudan a avanzar, es un momento muy oportuno para poner en orden nuestra vida y nuestro espíritu, y para tener claros los pilares sobre los que nos sostenemos.
Creo que uno de los más importantes es el no juzgar. No solemos tener toda la información completa por lo que no podemos saber qué ha desencadenado una decisión, un comportamiento o una reacción dada.
Esta historia que ahora comparto lo explica de manera fácil y gráfica:
Las cuatro estaciones
Había una vez un hombre que tenía cuatro hijos. El hombre buscaba que ellos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápidamente; entonces los envió a cada uno, por turnos, a visitar un peral que estaba a una gran distancia.
El primer hijo fue en invierno, el segundo en primavera, el tercero en verano y el hijo más joven en otoño.
Cuando todos ellos habían ido y regresado; su padre los llamó, y juntos les pidió que describieran lo que habían visto. El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, doblado y retorcido. El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas. El tercer hijo no estuvo de acuerdo, dijo que estaba cargado de flores, que tenía un aroma muy dulce y que se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia que jamás había visto. El último de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, y dijo que el peral estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y satisfacción.
Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían razón, porque ellos solo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol. Les dijo a todos que no deben de juzgar a un árbol, o a una persona, solo por ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones ya han pasado.
Poco más que añadir, sólo que sepamos tener en cuenta “las cuatro estaciones” de lo que nos rodea y así podamos no juzgar y disfrutar más y mejor de todo.
¡¡Feliz jornada a todos y muy buenos días!!.