Evangelio
Miércoles II de Navidad

Escrito el 08/01/2025
Agustinos


Texto:  Jesús Baños, OSA
Música: Crying in my beer. Audionautiz

En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle:
«Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer».
Elles replicó:
«Dadles vosotros de comer».
Ellos le preguntaron:
«¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?».
Él les dijo:
«¿Cuántos panes tenéis? Id a ver».
Cuando lo averiguaron le dijeron:
«Cinco, y dos peces».
Él les mandó que la gente se recostara sobre la hierba verde en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces.
Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces.
Los que comieron eran cinco mil hombres.

Seguimos en Navidad

Como que parece que ya no, pero seguimos en Navidad. Hasta el próximo domingo en el que celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, la Iglesia a través de la liturgia nos sigue invitando estos días a vivir y meditar el gran misterio de la Encarnación.

Hace nada éramos nosotros los que contemplábamos a Jesús en la humildad del pesebre de Belén y hoy en el evangelio escuchamos que un Jesús, ya adulto, nos contempla, nos ve a nosotros como multitud necesitada de misericordia. Bueno, una multitud, pero en la que cada uno para él tenemos nuestro nombre, apellido y circunstancia. Una “multitud personalizada” podríamos decir.  Nos contempla, te contempla necesitado y, al momento se pone a tu disposición y a la mía como misericordia, como remedio a nuestra necesidad, a nuestra hambre. Y hace el milagro: multiplica los panes que nos sacian. Pero lo hace contando con nuestra participación como premisa de posibilidad: “Dadles vosotros de comer”. Hay que poner los cinco panes y los dos peces. Y esos los tenemos nosotros.  Es la misericordia divina que cuenta con los dones de la humanidad. Me resuena la frase de San Agustín: “El que te creo sin tu permiso no te salvará sin tu colaboración.”

Seguimos en Navidad: el amor de Dios que pasa por lo que somos y tenemos. Amor de Dios expresado en humanidad. Una humanidad que es poca cosa: cinco panes y dos peces. Pero pasado por la “mirada al cielo” y la bendición de Jesús, se multiplica. Llámalo solidaridad, pero es también encarnación.