Evangelio
Domingo. Sagrada familia. Jesús, María y José

Escrito el 29/12/2024
Agustinos


Texto:  José María Martín, OSA
Música: Crying in my beer. Audionautiz

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.

Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.

Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».

Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».

Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.

Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

La familia, fuente de esperanza

Hoy es el domingo de la Sagrada Familia. Podemos decir que Nazaret es la primera escuela de amor, donde empieza a entenderse la vida de Jesús. Los hijos aprenden a amar en cuanto son amados gratuitamente, aprenden el respeto a otras personas en cuanto son respetados, aprenden a conocer el rostro de Dios en cuanto reciben su primera revelación de un padre y una madre llenos de atenciones.

Esta es la última escena del evangelio de la infancia de Lucas.

Es como algo premonitorio de lo que va a acontecer en su vida, un anuncio que manifiesta que ya desde los doce años debe prepararse, porque al final de su vida va a padecer el juicio y la condenación de estos mismos doctores de la ley. Al mismo tiempo, los tres días perdidos representan los mismos días acontecidos antes de la resurrección, señalando que, hasta la resurrección, ni María, ni los apóstoles entendieron que Jesús tenía razón, que Dios estaba de su parte.

La familia de Nazaret se nos presenta hoy como modelo. En ella Jesús fue creciendo en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y ante los hombres. La familia se convierte en una “fuente de esperanza” en una sociedad herida por el aislamiento, la soledad y la ruptura de los lazos comunitarios, porque la familia es la primera y fundamental estructura en la que se aprende el sentido de la solidaridad, la gratuidad y el cuidado del otro. Allí donde el amor es verdadero y se comparte, surge la esperanza. En este sentido, los obispos españoles recuerdan en este día que la familia cristiana “es llamada a ser testigo de esta misericordia divina, que no se cansa de perdonar y de renovar todas las cosas. En este tiempo de gracia, es fundamental que nos esforcemos por restaurar la confianza y el respeto mutuo, comenzando por el seno del hogar”.

Que la Sagrada Familia de Nazaret interceda por todas nuestras familias, para que seamos fuente de esperanza y luz en un mundo que tanto lo necesita.