Evangelio
Domingo I de Adviento

Escrito el 01/12/2024
Agustinos


Texto:  Javier Antolín, OSA
Música: Crying in my beer. Audionautiz

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Estar vigilantes

Inauguramos hoy un nuevo año litúrgico el llamado ciclo C que sigue el Evangelio de San Lucas. Y, al mismo tiempo, iniciamos el tiempo litúrgico del Adviento. Curiosamente comenzamos por el final, pues en la primera parte de este tiempo litúrgico, se nos invita a prepararnos para la segunda venida del Señor.  

El Evangelio nos habla del final de los tiempos utilizando imágenes y símbolos que pueden invitarnos al miedo, la angustia, pues no estamos preparados para que se nos hable del fin de la historia, del fin de nuestra vida. No obstante, somos conscientes que estamos aquí de paso, que nuestra vida es frágil y limitada, lo mismo que la historia de la humanidad, por muchos avances que vayamos consiguiendo. El desastre de la DANA en Valencia y las guerras constantes nos lo recuerdan, pero además cada uno vive situaciones de zozobra y preocupación en su vida. Sin embargo, el Evangelio nos invita a mirar todos estos acontecimientos con esperanza, nos estimula a alzar la cabeza, pues se acerca nuestra liberación. Ante lo que nos desborda y estremece, no nos queda otra que elevar nuestra mirada a Dios, confiar y seguir esperando, a pesar de que no siempre comprendamos lo que sucede. Nuestra vida está en sus manos, lo mismo que los destinos del mundo y de la humanidad, y él viene, con gran poder y gloria, a salvarnos.

Nuestra actitud debe ser la de estar vigilantes, pues no sabemos ni el día ni la hora, hay que estar despiertos y no dejar que las situaciones de la vida nos adormezcan. El Adviento es la ocasión para elevar nuestra mirada y ver más allá de lo inmediato, sintonizar con el tiempo de Dios para saber leer e interpretar los signos que se nos presentan desde una mirada contemplativa. Dios viene a salvarnos, por lo que no tiene sentido el miedo ni la angustia. Pronunciemos con la misma fe y esperanza de los primeros cristianos: ¡Ven Señor Jesús!